Tratado para pandemias sin dientes
La pandemia del COVID-19, además de haber mostrado las brechas existentes en los sistemas de salud, financieros y de desarrollo tecnológico entre países pobres y ricos para responder de manera eficiente, también mostró la debilidad de la gobernanza global, sus instituciones e instrumentos para contenerla.
Es así que, el Reglamento Sanitario Internacional (2005) que es un instrumento técnico diseñado para contener las emergencias de salud pública de importancia Internacional (PHEIC, por sus siglas en inglés) actualmente se encuentra en revisión y, los países miembros de la OMS han propuesto más de 300 enmiendas la mayoría de ellas relacionadas a la equidad y la transparencia. De otro lado, a solicitud de los países, en el 2021 la OMS creó el Órgano de Negociación Intergubernamental (INB por sus siglas en inglés) con el propósito de negociar un nuevo acuerdo, convenio u otro instrumento para la prevención, preparación y respuesta ante pandemias, comúnmente llamado “Tratado Pandémico”, este instrumento ya tiene un texto borrador que sería discutido en la séptima reunión del INB a llevarse a cabo entre el 06 y 10 de noviembre del presente año. Se espera que ambos documentos sean complementarios y proporcionen los mecanismos para prevenir y responder de mejor manera a las amenazas de salud pública de carácter internacional.
En setiembre último se llevó a cabo en New York la Asamblea General de las Naciones Unidas, uno de los puntos de agenda fue la reunión de alto nivel sobre prevención, preparación y respuesta ante pandemias, este proceso fue duramente criticado por 11 países quienes dirigieron una carta al presidente de la asamblea expresando su profunda preocupación sobre la falta de voluntad de un grupo de países desarrollados por lograr compromisos significativos, buscando incluso recurrir a una especie de veto para impedir la discusión de temas que son de preocupación de los países en desarrollo. Este escenario seria la premonición de una negoción tensa entre los intereses de los países pobres y ricos.
Las organizaciones de la sociedad civil de diversas partes del mundo vienen analizando los textos de negociación del Tratado Pandémico, y una de las conclusiones a la que se llega es que el documento tal como está redactado no resolvería los problemas de fondo durante una pandemia, la equidad no es entendida de la misma manera entre países pobres y ricos, además el documento genera obligaciones sobre algunos puntos como el de reportar a la OMS secuencias genéticas de patógenos que representen una potencial amenaza (clave para el desarrollo de futuras vacunas), sin considerar las brechas de recursos tecnológicos, infraestructura y personal capacitado de los países pobres, de otro lado, el documento es declarativo para los temas neurálgicos como la transferencia de tecnología, la liberación de conocimiento protegido por los derechos de propiedad intelectual como las patentes o el fortalecimiento de los sistemas de salud. El documento también minimiza las responsabilidades comunes pero diferenciadas, que no es otra cosa que reconocer las brechas existentes de nuestros países al momento de adquirir compromisos, en términos generales, el documento profundizaría las brechas existentes.
Una debilidad en el proceso de negociación es la participación individual o fragmentada de nuestros negociadores para colocar y discutir temas de importancia para nuestros países. Los intereses comunes de los países del sur deben ser llevados a la mesa de negociación de forma coordinada y articulada para tener la fuerza suficiente, como lo hacen los países del África, un aspecto en el cual debemos reflexionar.
Se prevé que la negociación del Tratado Pandémico concluya en mayo de 2024, aunque lo más probable es que este plazo se amplie, aún falta mucho para lograr un instrumento eficiente que reduzca las inequidades y proporcione la solvencia a los países para la prevención y respuesta a futuras pandemias.